9.3.10

El viento que mece la penillanura

Historias Tupamaras, Pascasio Báez, Pírez Budes
Uno de los seis mitos del MLN que trato en Historias tupamaras es el que dice que el asesinato del peón rural Pascasio Báez fue un error inexcusable del cual fueron responsables solo unos pocos tupamaros extraviados.
Porque según la historia oficial tupamara, hay dos posibilidades. O bien los únicos culpables fueron los integrantes del pequeño grupo de guerrilleros que se escondía en la tatucera Caraguatá, que Báez tuvo la desgracia de descubrir. O bien la responsabilidad del crimen fue de un único integrante de la dirección del MLN, Mario Píriz Budes, quien está acusado de traidor o de haber sido un infiltrado de las Fuerzas Armadas en la guerrilla.
Tales explicaciones faltan a la verdad, buscan limpiar el nombre de muy importantes tupamaros que estaban en la dirección del MLN cuando se decidió asesinar a Báez y, lo que es peor, eluden un reflexión honesta sobre las dramáticas consecuencias que siempre apareja el uso de la violencia como arma política. Si uno quiere sumergirse en las honduras que implica abrazar la violencia para cambiar la sociedad, puede ver la magnífica película El viento que mece la cebada (o el pasto, el prado o las espigas, según la traducción) del británico Ken Loach sobre el conflicto de Irlanda. Pero en la literatura oficial tupamara no va a encontrar nada en este sentido.
La realidad es que la decisión de matar a Báez no fue un acto inconsulto del grupo de la tatucera, ni tampoco una decisión solitaria de Píriz Budes. En mi libro aporto testimonios de otros tupamaros más lúcidos o más honestos, seguramente menos cínicos, que permiten entender cómo fue posible que el MLN asesinara -y luego “desapareciera”- a un pobre hombre indefenso, inerme y totalmente inocente.
Eso, por lo menos, nadie lo discutió nunca: Pascasio Báez fue asesinado siendo inocente.
O mejor dicho: nadie lo discutió nunca hasta ahora.
Por eso me resultó sorprendente leer una nota al pie en el recientemente editado libro Una historia de los tupamaros, del sociólogo francés Alain Labrousse.
El autor se basa para historiar el caso de Báez en lo que le declaran los entonces tupamaros Néstor Sclavo y Gloria Echeveste, dueños de la estancia donde estaba la tatucera, presentes allí cuando ocurrió todo.
Labrousse deja en claro que de la dirección del MLN participó de la decisión de asesinar a Báez. Pero, en una llamada a pie de página, una de sus entrevistadas pone en duda que Báez fuera efectivamente un peón rural. Anota: “La prensa evocó el asesinato de un ‘peón’. Gloria Echeveste dice que en realidad se trataba de un hombre que hacía de todo en la casa”.
Luego viene lo más sórdido. Echeveste agrega que Báez “era alcohólico e informante de la Policía”.
El mensaje subyacente, apenas disimulado, es que no fue algo tan horrible haber asesinado a Báez.
Parece que no bastó con secuestrar, matar a sangre fría y desaparecer al desgraciado peón para que su familia no pudiera encontrarlo nunca. Ahora se lo enchastra después de muerto.
¿Qué pasaría si un día de estos apareciera un militar de la dictadura diciendo que tal o cual desaparecido mereció su cruel e injustificable destino por borracho o mujeriego?
Qué escándalo, ¿no?

-

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Últimos comentarios

Páginas vistas

Etiquetas

accidentes de tránsito Alejandro Atchugarry Alemania Alimentación Álvaro Moré Amodio Pérez Ancap Andes Argentina Artigas aviación Bicentenario Bolivia Brasil Caraguatá Carlos Koncke; Alejandro Vegh Villegas Carlos Liscano Cesáreo Berisso charrúas Che Guevara. Checoslovaquia Chespirito - Roberto Gómez Bolaños Chueco Maciel Ciudad de la Costa Comunidad Jerusalén Creative Commons Crónicas de sangre sudor y lágrimas Crónicas y reportajes Cuba Cultura Daniel Castro Daniel Vidart Daniel Viglietti delincuencia Democracia Derechos humanos diarios dictadura Doble discurso europeo Drogas Eduardo Galeano Eduardo Pérez Silveira. Libros educación El Chavo empleados públicos Engler Enrique Tarigo entrevistas ETA Evo Morales Fernández Huidobro Fernando Parrado financiamiento de los partidos políticos Fito Páez Fuerzas Armadas Fútbol Gabriel Ohanian Gabriel Pereyra Gavazzo Gente que no sabe leer y tergiversa lo que uno escribe Gerardo Caetano Grasas trans (transexuales) guaraníes Günter Wallraff Herencia maldita Historia historia reciente Historias tupamaras Historias uruguayas. Hotel Carrasco Hugo Alfaro Hugo Batalla Hugo Bianchi Intendencia de Canelones internet Israel Italia Jaime Roos Jorge Batlle Jorge Lanata Jorge Zabalza Jose Mujica Juan Salgado La República Leonardo Sbaraglia Liberaij Libros Libros. Liber Literatura Luca Prodan Luis Almagro Luis Lacalle Luis Lacalle Pou Madonna Maltrato animal Maracaná Marcelo Estefanell Mario Benedetti Medicina Medio ambiente México Michael Jackson Miguel Ángel Campodónico Milicos y tupas MLN-T Montevideo Música Neber Araújo Nelson Sosa nombres raros Óscar Padrón Favre Oscar Tabárez Pablo Cuevas Paco Casal Palestina Paraguay Partido Colorado Partido Comunista Paz Peñarol periodismo periodismo cloacal Perú PIT-CNT Plagios y otras situaciones dudosas Pluna Política Política uruguaya Pollo homosexualizante Primavera de Praga publicidad Racismo Radio Raúl Sendic redes sociales Relato Oculto Renzo Pi Hugarte Roberto Canessa Rock sabihondos Salud Sin comentarios Sindicalismo sindicatos Sirios en Uruguay Sobre lo políticamente correcto Sonia Breccia Sumo Televisión Tenis terrorismo tortura trabajo Twitter Uruguay Venezuela Víctor Hugo Morales. Violencia doméstica Visto y/o oído zoológico

Atención

Los derechos de los textos
publicados en El Informante
pertenecen a Leonardo Haberkorn.
No se permite la reproducción
sin autorización del autor.